Después de un tiempo sin haber hecho ningún tipo de viaje, más que excursiones, rutas, etc, aprovechando el cumpleaños de Irune, decidí regalarle una escapadita para ir a Reinosa. La finalidad en sí no era estar en Reinosa sino ir a esquiar/hacer snow. Bueno, en mi caso, a aprender a esquiar, cosa que veía imposible.
Sin enrollarme demasiado, para empezar os preguntaréis: ¿dónde te alojaste? Como de costumbre, no me gustan los lugares ostentosos, por lo que me decanté por la Posada Villa Rosa, un lugar más que acogedor en las afueras de Reinosa. Tal como pone en la web, el desayuno está incluido, ¡con spa+sauna includa! (que disfrutamos el sábado por la tarde)
Nos asignaron el bungalow que tienen fuera de la casa, cosa que, a priori, igual no gusta. Pero nada más decirlo, y a día de hoy con lo que nos gusta la vida camper, casi que lo preferimos. Además, he de añadir que la atención que tuvieron con nosotros fue más que sobresaliente.
El viernes cenamos en la Sidrería Avenida. Pedimos bastante variado para compartir: ensalada mixta, una ración de croquetas, alitas y chopitos. Para beber agua, como de costumbre y para terminar cafecito descafeinado para Irune y, para el hierbas, una menta poleo. En total, no llegó a 30€. Las raciones fueron contundentes, hasta tal punto que yo, que soy de buen comer, acabé bastante panzado.
El sábado por la mañana, no podía faltar nuestra costumbre de hacer ruta así que escogimos una en Wikiloc que empieza desde Fontibre (os dejo el enlace aquí). Lo cierto es que nos aventuramos un poco, ya que había previsión de lluvia pero nos respetó durante toda la etapa. El recorrido es apto para personas que estén mínimamente en forma porque apenas tiene subidas. Eso sí, haciéndolo en febrero, como es lógico, estaba gran parte del recorrido embarrado y es bastante molesto. ¡Pero nada que Irune no supere!
A la mediodía bocadillos como buen almuerzo post ruta y, por la tarde, obviamente, nos dimos un merecido descanso y spa+sauna en el hotel. Por la noche ya fue otra cosa. Quitándonos la pereza después de un buen rato de relax, escogimos ir a cenar al restaurante Cid. A mí especialmente me dio pena no poder degustar el menú peruano, que me llamó mucho la atención. Sin embargo, a pesar de estar un poco alejado del centro, nos llevamos una grata sorpresa. El menú fue el siguiente: hamburguesa completa para mí (con bacon, queso y huevo frito), sándwich vegetal para Irune, patatas bravas para compartir y, de postre, flan de café + café y menta poleo.
Resultado de la cena: 20€. Lo más curioso, os lo dejo en la imagen:
¡Descuentos por simpatía, confianza, amabilidad y por recomendar! Lo nunca visto y MUY original.
El domingo pusimos rumbo (sin madrugar en exceso) a Alto Campoo para que YO aprendiese a esquiar. Con mi MIEDO a lesionarme alguna rodilla, eso de aprender… a priori, se antojaba complicado. A pesar de ello, con un profesor que me enseñó (Irune lo intentó pero… intento frustrado), por lo menos conseguí hacer alguna cosilla, cosa que enseñaré en el siguiente vídeo. La aplicación de slow motion es bestial.
NO TIENE DESPERDICIO.
Y, post esquí, sobre las 15:00, vuelta a casita, ¡que a un servidor le tocaba ir a trabajar!